domingo, 21 de marzo de 2010

El que ríe el último... es lento

Menudo día...
¿Qué tendrán los días lluviosos que solo saben que empeorar?
Eso mismo me pregunto yo.
Cientos de historias sin futuro rondan mi cabeza, susurrándome frases, principios de leyendas, relatos incongruentes... que nunca consigo continuar.
Las musas se alejan de mi, se ríen y me dan la espalda, mientras se alejan volando con sus alas translúcidas.
Suspiro, suspiro.
Mi vida empieza a parecer una obra de teatro, que se escribe al azar, sin una pluma que la guíe o alguien dirigiéndola que quiere vérmelas pasar muy putas...
No se que prefiero pensar.
Parece que he olvidado mi papel y tengo delante a una gran audiencia que carraspea nerviosa esperando mi triunfal monólogo. Miro al apuntador, tratando de recibir ayuda por su parte y lo único que consigo es que mire las hojas que tiene delante y se encoja de hombros.
¿En que momento la gente dejó de ayudar a los demás?
¿En que momento decidió alguien que no tenía porqué dar explicaciones a nadie?
¿En que momento se giró el mundo del revés?
Sensación de estar lejos del mundo real, en el País de Nunca Jamás, o tal vez en el País de las Maravillas...
Si, casi seguro que es el de las Maravillas... Aún no he visto a nadie volar, y demasiada gente que quiere que le corten la cabeza al más cercano...
Paciencia. Basta con encontrar al conejo blanco... Él sabrá como sacarme de aquí...
Campanilla se sienta en mi hombro y lee mientras escribo. ¿Tú de donde sales?
Ah, que Peter te ha vuelto a desterrar...
No importa, aquí eres bien recibida...
Lo único que espero es que a La Reina de las Nieves no se le ocurra venirse también... No se que haría con semejante trineo en mi casa...