lunes, 11 de julio de 2011

Como tantas otras veces

Quizás este es el final.
He pensado tanto en ello que ya no siento nada cuando lo pienso.
Es un vacío, simple y llano.
No es un vacío indiferente, sólo un vacío, sin más.
Es difícil no saber algo tan importante como si una relación ha llegado a su fin.
No quiero preguntártelo y que la respuesta sea afirmativa, porque me daría la impresión de que la culpa habría sido mía, como estoy segura que tu afirmarás.
Pero yo se que no he hecho nada malo.
Sinceramente no se porqué sigues enfadada.
Pero lo estás.
Y yo lo respeto.
Me parece infantil y tonto, pero no se puede elegir si algo te molesta o no, simplemente se siente y punto.
Pero aquí estoy, a las 8: 18 de la mañana de un martes, escribiendo unas lineas para ti sin un plan concreto, simplemente escribiendo lo que pienso.
Y he de decir que estoy tranquila.
Ninguna lágrima surca mi cara.
Ningún peso oprime mi garganta.
No hay congoja en mi pecho.
Sólo hay rabia cuando te veo.
Rabia de que tires por la borda una amistad de tantísimo tiempo por una niñería estúpida que, además, fue culpa tuya.
Accedí a hacer algo que he dejado de hacer, a un vicio que he eliminado de mi vida, por ti.
¿Y sabes para qué ha servido?
Para que me consideres "la peor amiga del mundo".
Y ¿sabes? Eso me molesta.
Me molesta que solo veas una parte del conflicto, que barras la culpa de tu montón al mío.
Que esperes que vaya a disculparme.
Que vaya a pedirte perdón, a mendigar tu cariño y tu amistad.
Pero ya no soy aquella niña que necesitaba sentirse querida por ti.
Me gusta pensar que somos compañeras de camino, pero si no quieres, yo no puedo solucionarlo...
No necesito tu compasión ni tu afecto de hermana mayor.
Necesito tu apoyo, tu mano para caminar por los senderos de la vida, y la verdad es que no lo necesito, pero lo quiero, que es quizá, más importante.
Pero ahí estás tu, como una niña pequeña empeñada en que ella lleva la razón.
Sin escuchar a la otra parte, sin prestar atención al mundo que le rodea, que le va a decir que lo hizo mal.
Pero es así.
Y yo no voy a ir a pedirte perdón, así que puedes dejar de esperar por mi, querida.
Yo se seguro que no pude hacer nada más.
Que di el cien por cien de mí, y que si las cosas se torcieron, fue por tu descuido o por tu desidia.
No puedo solucionar los problemas de tu vida, ni es mi tarea solucionarlos.
Lo único que puedo hacer es darte la mano para ayudarte a superarlos, servir de punto de apoyo exterior, que tengas un hombro donde llorar, como tantas otras veces.
Pero no, sigues erre que erre.
Que si no te contesto las llamadas, que si no te contesto los e-mails, que si no te hablo por tuenti...
Pues me temo que entonces no puedo ayudarte.
Y lo siento.
Pero cuando te des cuenta del error, estaré aquí esperando, con la mano tendida, a que la cojas y sigamos.
Como tantas otras veces hemos hecho la una por la otra.
Porque siempre hemos sido grandes amigas.
Porque las dos hemos tenido baches en nuestra relación.
Porque nuestra vida ha sido muy parecida.
Y porque no quiero pensar que trece años de nuestras vidas se van a ir por el desagüe del olvido por una estupidez.
Porque se que nos queremos, bueno, yo al menos te quiero con locura y espero que esto se solucione.
Y porque si, porque a pesar de todo, a pesar de la rabia que siento, sigo esperándote aquí, como tantas otras veces, a que tengas un rato para mi.