miércoles, 14 de julio de 2010

- Estoy cansada.
- ¿De qué?
- De todo. De vivir.
Le miró por encima del café humeante que sostenía.
- ¿Debería preocuparme?
- No. No voy a tirarme por un puente.
Él asintió en silencio. Sabía que ella necesitaba tiempo, aclarar sus ideas, reiniciarse y seguir adelante. Dio un ligero sorbo al cafe, abrasándose la lengua en el proceso, pero sin dar muestras de ello. Se recostó en el respaldo de la incómoda silla y miró a la chica que tenía delante.
Ella, ajena al escrutinio, continuaba con la mirada fija en las muescas del parquet del suelo de la cafetería. Sus manos estaban entrelazadas a un lado de la cara, y uno de sus dedos jugueteaba con las gafas de sol que sujetaban sus cabellos caoba.
- Huir no es la solución a los problemas. - susurró él, varios tonos de voz más bajos de lo normal, pero consciente de que ella le había oído.
- Lo sé - contestó ella en el mismo tono de voz, mientras sus manos viajaban hasta la mesa - Pero necesito alejarme del asunto para verlo con perspectiva, analizarlo tranquilamente y ponerle solución. Y sabes que eso no puedo hacerlo ahora.
Él asintió, al tiempo que se incorporaba para alcanzar una de las manos con las que Liza jugueteaba con una servilleta. Era consciente de la presión a la que estaba sometida ella.
Liza levantó los ojos del parquet y los clavó en las grises pupilas de su compañero de mesa. Como siempre, quedó atrapada por ellos, pero no lo dejó ver. Era lo último que necesitaba, perder a nadie más.
- ¿Has hablado con Matt? - preguntó con cautela Ted. Sabía que aquel era un tema espinoso, que podía hacerle mucho daño, pero tenía que saber si el imbécil del ex novio de Liza era la causa de su comportamiento errático de las últimas semanas.
Liza suspiró y asintió con la cabeza, devolviendo su mirada al suelo.
- No me dijo nada especial. - murmuró. - Sólo quiso saber cómo me estaba tratando la vida. Me inventé un montón de mentiras sobre lo estupenda que es, finjí estar ocupada y le colgué. Esto no es por él, Ted.
Éste asintió y decidió dejarlo correr. Le dió otro sorbo al café y volvió a recostarse en la silla.

jueves, 8 de julio de 2010

Porque, porque, porque...

Porque hoy estoy algo cabreada.
Porque me he cansado de seguir andando un camino que no sé seguro si me vale la pena.
Porque tengo que arreglar una casa de 80 metros cuadrados llena de trastos yo sola.
Porque hace más calor que follando debajo de un plástico.
Porque esta noche vienen a cenar unos amigos y no se ni qué narices les voy a dar de cenar.
Porque se ha muerto esta noche de muerte súbita una gran persona, alguien que estuvo a mi lado desde la más tierna infancia.
Porque mi madre vuelve hoy de viaje de Edimburgh, no sé a qué hora, y la casa sigue patas arriba.
Porque en mis oídos resuenan los compases de "You could be mine" y me acuerdo de ti.
Porque es tu cumpleaños.
Porque no tengo tiempo para lo que y los que quiero.
Porque mi mejor amiga de la universidad me dejó ayer colgada en medio de una fiesta, a la que yo había ido por ella, y en la que las dos únicas tías que había por allí eramos ella y yo y me quedé completamente fuera de lugar, rodeada de tíos a los que no conocía de nada porque eran amigos del novio de mi amiga, subida a unos taconazos, espantando borrachos y discutiendo sobre política y lengua.
Porque he dormido cinco horas y llevo casi tres arreglando la casa para que siga teniendo el mismo deplorable aspecto.
Porque me has cambiado por otra.
Porque estás lejos.
Porque me voy a Londres en menos de una semana y aún no he comprado el viaje de avión.
Porque llevo sin relajarme tanto tiempo que no recuerdo cuándo fue la última vez que lo hice.
Porque he perdido, gracias a la intervención de mi querida madre, la mitad de la historia que llevaba escrita.
Porque no tengo ganas de verlo todo negro.
Porque estamos en la final.
Porque me siento española.
Porque tengo ganas de vivir el día de hoy.
Porque a pesar del cansancio, tengo los ojos vivos, y con ganas de recibir información de todas partes.
Porque el Red Bull hace milagros.
Porque la lavadora está a punto de acabar.
Porque cuando llegue mi amiga, se va a ver la casa hiper recogida y se va a sentir algo culpable.
Porque cuando llegue mi madre y lo vea todo perfecto, va a tener que cerrar su boquita y aceptar que lo he hecho genial.
Porque la música estridente resuena en mis oídos, y me da la fuerza que necesito para levantar el culo del sillón y empezar a construir un buen día.
Porque tengo ganas de hacer deporte.
Porque tengo ganas de sonreírle al mundo.
Porque mañana empieza hoy.
Porque tengo ganas de salir esta noche y encontrar a alguien que llene tu vacío.
Porque ojos que no ven... mierda que chafas.
Y porque sí.
¡¡Adelante a por el día de hoy!!

jueves, 1 de julio de 2010

¡Ay! La burocracia...
Nadie quiere organizar las cosas y cuando las organizas tú, siempre hay algún listillo que se opone y opina que él podría haberlo logrado con mejores resultados y menor esfuerzo...
Simplemente atroz, señores.
Si crees que eres capaz de salir victorioso de una batalla, ayuda a aquel que ves que no puede con ello...
Y si crees que realmente es importante lograr que las cosas salgan bien en esa empresa, no pongas más pegas de las que la vida ya le pone...
Últimamente me siento engañada por tanta gente...
Aquellos que me dijeron que me querían y me olvidaron tan rápido que ni vi venir su huida.
Aquellos en los que siempre piensas, en los que confías, y que no son capaces de avisar cuando la vida se les tuerce y les impide llegar a una cita concreta.
Aquellos, estúpidos y banales, que fingen tratar de lograr la felicidad por medio de tu ayuda, pero que en realidad lo único que buscan es que tú hagas todo el trabajo duro...
Son tantos golpes recibidos en un mismo punto, que las moraduras se confunden con el tono de mi piel...
Son tantas las lágrimas derramadas sobre este folio que las letras se funden unas con otras, la tinta escapa de la superficie secante y el papel se ondula bajo el peso de la pena...
Y encima te siento lejos, siento que no puedo contar contigo, que ya no sé dónde estás, ni si volverás ni si estuviste aquí un día...
Y me hundo, poco a poco, en un mar de aguas espesas, oscuras y pegajosas que se adhieren a mi piel y que tiran hacia el fondo, a un lugar oscuro y triste del que no sepa cómo salir...
Y a mi alrededor, todo lleno de dulces parejitas, miradas soñadoras, gente sonriente que alcanza sus metas...
¡Ay! La vida, que injusta y dura es...