lunes, 28 de noviembre de 2011

Un día frío...

Un día frío, de los primeros del invierno.
La lluvia, helada y constante apabulla el ánimo de las personas, hundiéndolas en las calles anegadas de lágrimas del cielo.
En el suelo, las hojas que cayeron de los árboles se pudren antes de que alguien las recoja, y sin que nadie se de cuenta del calvario que sufren.
Nadie tiene tiempo de mirar al suelo. Ni al cielo. Ni de asomarse a los ojos de otra persona.
No tienes que ser aquello que otros quieren que seas, pero tienes que querer que otros quieran lo que tu eres.
Y semejante frasecita se clava entre las costillas, haciendo daño cuando respiras.
La búsqueda de la perfección te esta dejando marcada, porque poco te importan los pequeños baches que no ves, las pequeñas piedras que no sientes bajo tus plantas, pero que cortan y magullan sin que nadie cure esas heridas. Son poco importantes.
Y de repente te das cuenta de que tienes que parar, que no te queda energía para llegar a todo, que tienes que elegir, y que no estas preparada para aquello para lo que te entrenabas.
El momento ha llegado demasiado pronto y tu no estás lista para afrontarlo.
Y escupes palabras, taladras suspiros y marcas guiños, esperando que nadie note que estás tratando de respirar con calma y retomar fuerzas.
Golpeas a diestro y siniestro a aquellos que quieren ayudarte y que muestran tu debilidad por tal o cual aspecto de tu vida, como si eso fuera a hacer que esos aspectos fueran menos ciertos, como si el silencio de los que te rodean fuera la falta de cosas en las que mejorar, en vez de el silencio de aquellos que te dejan respirar...
Y de repente te das cuenta de que contener el aliento no significa dejar de respirar...
Y la sonrisa que se pinta en tu cara es premio más que suficiente para mi...

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Mensajes subliminales escondidos entre los acordes de las canciones.
Sobrefondos enterrados que no se si me invento o si realmente existen.
No se si quiero aceptar la llamada a cobro revertido del amor.
Él, que es un egoísta que sólo quiere verme emocionada para dejarme caer de la forma más dolorosa posible.
Y mientras tú sonríes con los ojos fijos en mi pupilas y yo me derrito por dentro mientras finjo que no me inmuto.
Trato de que no se note lo inevitable: que me gustas, que me atraes, que haría lo imposible por tenerte cerca.
Pero no seré yo quien dé el primer paso.
Y no, no es el rol de princesa de cuento.
Es simplemente que yo ya estoy curada de espanto con respecto a los hombres...
Tiran la mano y esconden la piedra.
Y me he cansado de recibir tortazos de la vida.
Así que si quieres algo, vienes y o lo coges, o lo pides.
Mira, mejor cógelo, que así no tengo que levantarme del sofá...

jueves, 15 de septiembre de 2011

Hoy, tan cerca de mi cumpleaños, de algo constante a lo largo de mi vida, tan cerca y tan inalterable que hasta duele pensarlo....
Hoy me acordé de ti.
De vosotros.
Abstractamente, de todos.
De todos aquellos que estuvieron en mi vida, que aún pueden hacer daño a pesar de los largos años vividos separados.
Como tu, la mujer de la que me enamoré.
O tu, el primer hombre que me hizo desear que la tierra me tragara.
O tu, el primero por el que perdí mi razón de ser, aquello que me hacía única, para conservarte a mi lado.
O tu, mi mejor amigo, el primero que me robó un beso en una parada de autobús.
A todos vosotros, quienes en su día tuvisteis una llave para abrir la barrera que construí a mi alrededor, y que seguís teniéndola.
Que bastarían unas simples palabras para hacerme caer de nuevo en el abismo.
Vosotros.
Tú, que se que aún de vez en cuando pasas por este blog, que tú misma me apoyaste para abrir.
Tú, que llevas desaparecido de la faz de la Tierra intermitentemente, como siempre, desde hace años.
Tú, que vives a dos calles de mi casa, y que es inevitable que nos crucemos de vez en cuando.
Tú, que compartes conmigo esa gran afición que nos lleva al mismo sitio los mismos días...
Y lo que más me preocupa es que siempre fui yo quien os dí, conscientemente, la llave de dicha barrera.
Pero hoy, hoy a cuatro días de mi cumpleaños, alguien se ha hecho con la llave sin darme cuenta yo.
Alguien que ha aprendido tanto sobre mí, que es capaz de anticiparse a mis movimientos...
Y eso me asusta.
Me asusta porque todos aquellos que tuvieron llave, hicieron daño, dejaron una marca grande en mi interior, una cicatriz que nunca sanará del todo, que siempre seguirá doliendo.
Porque cada vez que te veo, me pongo nerviosa.
Porque cuando sé de ti, mi corazón se acelera.
Porque cuando nos encontramos, me obligo a meter tripa, sacar pecho y fingir que soy más fuerte de lo que soy.
Porque cuido mi aspecto cuando se que vamos a coincidir...
Y porque no quiero que tu nombre pase a formar parte de la larga lista de gente que me ha hecho daño...

lunes, 11 de julio de 2011

Como tantas otras veces

Quizás este es el final.
He pensado tanto en ello que ya no siento nada cuando lo pienso.
Es un vacío, simple y llano.
No es un vacío indiferente, sólo un vacío, sin más.
Es difícil no saber algo tan importante como si una relación ha llegado a su fin.
No quiero preguntártelo y que la respuesta sea afirmativa, porque me daría la impresión de que la culpa habría sido mía, como estoy segura que tu afirmarás.
Pero yo se que no he hecho nada malo.
Sinceramente no se porqué sigues enfadada.
Pero lo estás.
Y yo lo respeto.
Me parece infantil y tonto, pero no se puede elegir si algo te molesta o no, simplemente se siente y punto.
Pero aquí estoy, a las 8: 18 de la mañana de un martes, escribiendo unas lineas para ti sin un plan concreto, simplemente escribiendo lo que pienso.
Y he de decir que estoy tranquila.
Ninguna lágrima surca mi cara.
Ningún peso oprime mi garganta.
No hay congoja en mi pecho.
Sólo hay rabia cuando te veo.
Rabia de que tires por la borda una amistad de tantísimo tiempo por una niñería estúpida que, además, fue culpa tuya.
Accedí a hacer algo que he dejado de hacer, a un vicio que he eliminado de mi vida, por ti.
¿Y sabes para qué ha servido?
Para que me consideres "la peor amiga del mundo".
Y ¿sabes? Eso me molesta.
Me molesta que solo veas una parte del conflicto, que barras la culpa de tu montón al mío.
Que esperes que vaya a disculparme.
Que vaya a pedirte perdón, a mendigar tu cariño y tu amistad.
Pero ya no soy aquella niña que necesitaba sentirse querida por ti.
Me gusta pensar que somos compañeras de camino, pero si no quieres, yo no puedo solucionarlo...
No necesito tu compasión ni tu afecto de hermana mayor.
Necesito tu apoyo, tu mano para caminar por los senderos de la vida, y la verdad es que no lo necesito, pero lo quiero, que es quizá, más importante.
Pero ahí estás tu, como una niña pequeña empeñada en que ella lleva la razón.
Sin escuchar a la otra parte, sin prestar atención al mundo que le rodea, que le va a decir que lo hizo mal.
Pero es así.
Y yo no voy a ir a pedirte perdón, así que puedes dejar de esperar por mi, querida.
Yo se seguro que no pude hacer nada más.
Que di el cien por cien de mí, y que si las cosas se torcieron, fue por tu descuido o por tu desidia.
No puedo solucionar los problemas de tu vida, ni es mi tarea solucionarlos.
Lo único que puedo hacer es darte la mano para ayudarte a superarlos, servir de punto de apoyo exterior, que tengas un hombro donde llorar, como tantas otras veces.
Pero no, sigues erre que erre.
Que si no te contesto las llamadas, que si no te contesto los e-mails, que si no te hablo por tuenti...
Pues me temo que entonces no puedo ayudarte.
Y lo siento.
Pero cuando te des cuenta del error, estaré aquí esperando, con la mano tendida, a que la cojas y sigamos.
Como tantas otras veces hemos hecho la una por la otra.
Porque siempre hemos sido grandes amigas.
Porque las dos hemos tenido baches en nuestra relación.
Porque nuestra vida ha sido muy parecida.
Y porque no quiero pensar que trece años de nuestras vidas se van a ir por el desagüe del olvido por una estupidez.
Porque se que nos queremos, bueno, yo al menos te quiero con locura y espero que esto se solucione.
Y porque si, porque a pesar de todo, a pesar de la rabia que siento, sigo esperándote aquí, como tantas otras veces, a que tengas un rato para mi.

sábado, 25 de junio de 2011

Alter ego

Hoy es un nuevo día.
Un día que lleva empezado desde las cuatro y media de la mañana gracias a la maravillosa perra de mi hermana, aunque ya forma parte de la familia.
Un día que se ve caliente y espeso desde la ventana, pero que aquí dentro se nota fresco y húmedo.
Un día que ya es cansado, y aún no hemos pasado la frontera del mediodía.
Un día que puede estar lleno de logros y que seguro que está lleno de fracasos.
Un día que, a pesar de odiarlo porque desearía estar en otro lugar, con otra gente y bebiendo otra cosa, hay que disfrutarlo, porque como decía mi querido abuelo: "Día que pasa, no torna..."
Cuánta razón tenías abuelo...
Han pasado demasiados días de mi vida dejados caer, deslizándose lentamente hasta el suelo, desapareciendo al contacto con el parquet.
Pero ahora, a día de hoy, veo la luz al final del túnel.
Veo a una mujer joven, cada día más guapa, cada día más segura de sí misma, cada día con menos miedos.
Una mujer que ha dejado de mentirse, y por tanto de mentir a los demás.
Una mujer valiente, que no teme levantar la voz para decir: "Esto no es lo que quiero. "
Y que no duda en luchar contra viento y marea para cambiar lo que no le gusta por cosas que sí le agraden.
Una mujer que sonríe, ríe y besa, y que de vez en cuando se acurruca en su sofá y llora todos sus traumas, ahogándose en un mar de lágrimas.
Pero que se levanta, una vez más, como lleva haciendo veinte años, como seguirá haciendo, probablemente, hasta siempre.
Una mujer en la que poco a poco, voy mutando.
Cada día me parezco más a ella.
Nos fusionamos, tornamos la una en la otra, dando el cien por cien de nosotras...
Convirtiéndome en mi alter ego....

domingo, 12 de junio de 2011

Lo prometido es deuda, querido...

Querido tu:
Te lo dije, y te lo repetiré: sobrepasas con mucho el mínimo de importancia para aparecer en esta URL.
Eres una de esas personas siempre presentes, que en muy poco tiempo se hacen imprescindibles en la vida de una.
Una de esas personas con las que puedes contar para todo.
Una de esas personas en las que confías ciegamente, y he de decirte, que no en todo el mundo confío.
Ya no queda gente como tú.
Las personas buenas, escasean, y he tenido la suerte de encontrarme con una.
No desaproveches tu don, es uno de los más preciosos que existen.
Recuerda a Michael Ende, recuerda a Momo...
Ella te guiará para encontrar el camino que seguirán tus pasos hacia la felicidad...
Sé que es inútil que te diga que no te acomplejes por la realidad que otros dibujen.
Es cierto que no encajas, pero nadie encajamos, y es eso de lo que no te das cuenta.
Nadie encaja en la realidad de otro, porque cada realidad es tan distinta que es imposible encajar perfectamente en ella.
Y sí, todos tenemos nuestros demonios particulares, algunos los escondemos, y otros, os enfrentais a ellos.
Y te admiro, no sabes cuanto, por ello.
Porque una vida fácil, aunque todos rogamos y suplicamos porque sea a nosotros a quien elijan las moiras, no siempre tenemos la suerte de que nos toque.
Porque sé que tu vida no es fácil.
Sé que tu realidad dista mucho de ser algo agradable de vivir.
Pero tienes que seguir siendo valiente, como lo has sido desde que te conocí, hace ya dos largos años.
Seguir enfrentándote al mundo en el día a día y sin afán de protagonismo ni complejo de héroe.
Bravo.
Lo has conseguido.
Un guiño y hasta siempre,
Tere

martes, 7 de junio de 2011

Y sin pensarlo, sin oírlo, aparece de nuevo el mismo fantasma del olvido.
- Hola, querido, te estaba esperando.
Como siempre, el silencio es tu única respuesta.
Un silencio grave y sonoro, una muda réplica, una callada queja.
Desvío la mirada y me centro en mis cosas.
Tengo muchos asuntos más importantes que atender que a ti.
Te controlo por el rabillo del ojo.
Te sientas en la silla contigua, entre la chica rubia y yo.
No pienso dedicarte más tiempo del que mereces.
Con tu callada presencia me recuerdas todo lo que podría haber llegado a ser y que nunca alcanzaré.
Ese sueño imposible de vivir de aquello que me gusta, de aquello que me llena, de aquello que me hace sentir más persona, más mujer, más completa.
Y sueño con cosas imposibles, con quizás que nunca se cumplirán, con mi sueño realizado en manos de otro.
Y ya no puedo explotar cuando veo que nunca lograré cumplir mi sueño.
Sólo puedo resignarme, sentarme en mi rincón y esperar que un milagro suceda.
Pero esto no es un cuento y no hay príncipe azul, ni caballo blanco ni rescate.
Por otra parte, tampoco yo soy una princesa...
Quizá esté soñando por encima de mis capacidades.
Quizá sea esto lo máximo a lo que puedo aspirar.
Suspiro.
Suspiro.
Se me parte el alma.
Y hundo la cabeza entre mis piernas.
Te miro por el rabillo del ojo y veo como una lágrima surca tu mejilla.
No llores.
No es culpa tuya.
Ni mía.
Sólo hay lo que hay.
Y mi cara, empapada en lágrimas y sonriendo es lo último que recuerdo antes de caer en un pozo de negrura insondable...

domingo, 5 de junio de 2011

En verso se escribe lo que en prosa se llora...

Bombos resonando en el interior de mi cabeza, con la fuerza y la intensidad de una explosión volcánica, cada vez más rápido, cada vez más profundo, cada vez más fuerte.
Sin darme un segundo de tranquilidad, de silencio, de profunda concentración y reparo espiritual...
El mundo gira y gira sin dejar de parar en ningún momento, cerrando mis salidas, intentando que olvide que existe un mundo ahí fuera.
El viento golpea las ramas de los árboles contra mi ventana, llamándome, gimiendo para que me reuna con ellos en la libertad del exterior.
Pero hoy mi vida transcurre en el interior de mí misma, aislada en una torre de la que no puedo salir pero tampoco quiero intentarlo...
Y simplemente veo como los minutos pasan, transcurren, mutan, para convertirse los unos en los otros.
Y otra vez es un 3...
Y me duele tanto la cabeza por culpa de los bombos... Pero no puedo evitarlo...
Es el empuje de mi corazón lo que produce ese sonido... Y pararlo sería más peligroso que permitir que siguiera...
Y el mundo gira tan deprisa que es casi imposible seguir su ritmo, tan deprisa que marea, que me da ganas de vomitar...
Y mi mente me trae recuerdos de ayer, de cómo me mirabas, de que me di cuenta de que tus ojos volvían a mandar el mismo mensaje de siempre, la misma realidad, por mucho que te empeñes en maquillarla de odio....
Y me asusta pensar a qué nos puede llevar esto.
Porque venimos de allí, y ya hace tiempo que te dejé atrás y no pienso permitir que me vuelvas a estirar hacia ese profundo pozo...
No pienso permitir volver a odiarme por algo de lo que no soy responsable...
Apáñate con tus hormonas, porque sé que de sentimientos careces, y sigue con tu vida, porque nada te permitirá volver a mi lado....
Digamos... un nombre al azar...

jueves, 12 de mayo de 2011

La música atrona mis oídos.
El ritmo mueve mis caderas, me seduce, me lleva al centro de la pista.
Me dejo llevar, me abandono a la locura de la música latina.
Mi cuerpo, liberado muestra, te muestra, mis deseos, mis expectativas.
Mi consciencia, adormilada, descansa apoyada sobre la barra con una cerveza en la mano, junto a ti, mirando como mi falta de vergüenza se te insinúa en la pista.
La música modula mis movimientos, siguiéndolos suavemente.
Mis manos viajan hasta mi pelo, revolviéndolo, levantando mis pechos que botan insinuantes.
Mis caderas se mueven al compás de la bachata, dejándose ir, venciéndose al instinto.
Desde la barra, sonríes.
Debes pensar que estoy demasiado borracha para saber qué estoy haciendo, pero no es cierto.
La música cambia bruscamente.
Una canción de pop actual, esa mezcla del pop y la música electrónica que tan de moda están me baja la moral, al igual que al ochenta por cien de la pista.
El Dj, al verlo, decide mezclarla con otra, volviendo a los ritmos latinos.
La gente vuelve a la pista.
Me veo devuelta al juego. Lo suficientemente cerca para que me veas y te des cuenta de cómo te miro mientras recorro mi cuerpo con mis manos, pero no lo suficiente como para que puedas tocarme sin apartarte de la barra.
Mi lengua acaricia mis labios, en un gesto insinuante que te obliga a levantar una ceja.
Sonrío. ¿Quieres más indirectas?
Poco a poco, a golpe de cadera, voy dándome la vuelta, sin dejar de hacer movimientos circulares con el tronco, mientras los pies están inmóviles, sólo giran.
Un chico se me acerca por la espalda, me coge por la cintura y empieza a bailar conmigo.
Nuestros cuerpos se acoplan, y se mueven acompasados.
No me giro, su boca se acopla en mi cuello y mientras, mis ojos siguen fijos en los tuyos.
Casi puedo leer tu mente, debatiéndote entre si venir a mi lado o quedarte observando.
Me muerdo el labio inferior, mientras le cojo del cuello con mi mano, sin dejar de mirarte.
Levantas tu copa, le das otro trago.
Si tanto te molesta, ¿porqué no vienes a solucionarlo?
¿Voy a tener que ir a buscarte? ¿En serio?
Dejo caer las pestañas, mirándote insinuante.
Una voz díscola retumba en mi oído por encima de la música.
- ¿Vamos a algún sitio más privado, nena?
Solo entonces soy consciente de que está excitado. Me giro y le miro. Bien parecido. Grande, fuerte. Parece el tipo de hombre que sabe dar placer a una mujer. Muy por encima de ti. Me pongo de puntillas, me apoyo en su pecho, le atraigo con una mano en la nuca. Me llevo su oído a la boca. Susurro unas palabras. Asiente con lentitud.
Se separa, me da un beso en la mejilla. Se gira y desaparece entre la multitud.
Me miras interrogante.
Me acerco a tu lado, me reuno con mi consciencia.
- ¿Porqué no?
- Porque no es lo que estoy buscando.
Me miras. Te miro. ¿Aún más claro?
- Es tu tipo de chico.
- Sí.
- Y aún así, ¿no?
- No. No es lo que quiero.
Apoyas la cerveza en la barra. Me miras más de cerca. Te mantengo la mirada. ¿Qué pasa, voy a tener que hacerlo yo todo?
Me acerco, apoyo mis labios contra los tuyos. Los acaricio suavemente. Mi lengua se desliza por tus comisuras.
Me separo. Me miras, confundido, extrañado. Niego con la cabeza. Recojo mi bolso y salgo con paso firme del bar.
Noto tus manos en mi cintura apenas unos segundos después. Me atraes hacia ti. Dejo caer mi bolso y te abrazo con fuerza mientras tus labios y los míos se funden en un cálido beso.
Te ha costado, pero lo has comprendido. Esto era lo que quería.

lunes, 25 de abril de 2011

¡Oh, por Dios!

Cuánto me atraes...
Lo negaré hasta la saciedad.
Lo ocultaré bajo cientos de capas de masilla barata.
Reiré y le echaré la culpa a la cantidad de alcohol ingerida por aquel que proponga esa idea...
Jamás lo aceptaré.
Ni ante ti ni ante nadie.
Nunca te diré que me atraes como un imán, que no puedo dejar de pensar en ti, que te veo en mis sueños, que te sueño en mis renglones.
Que rabio de ver fotos en las que sales besando o abrazando a otras chicas.
Que me entran ganas de ir, darles un empujón y hacerlas a un lado, pasar mi mano por tu frente y borrar todo recuerdo suyo de tu mente...
De abrazarte con fuerza, retenerte a mi lado, contra viento y marea, contra todo lo pronosticado.
Sé que no eres para mí. Pero no quiero que seas para nadie más.
Maldita egoísta...

miércoles, 6 de abril de 2011

Ya no aguanto más.

Pero ya no es un grito de ayuda.
Es un sollozo entrecortado, que escapa sin quererlo de entre las lágrimas que bañan mi rostro y mis rodillas.
Es un humo gris oscuro que me escuece en los ojos y me oprime el corazón, me agarrota los músculos y me retuerce el alma.
Palabras que se lanzan a la herida, como dardos envenenados sobre una diana corrompida por el dolor y la angustia.
La misma historia de siempre, quizá algo más dura y más lejos.
Aquí siempre llueve y aquí ya no te quiero.
Tendré que hacer lo que dicen.
Tendré que dejar de mentirme.
Debo dejar de pensar que son buenas, que no se dan cuenta, que no quieren hacer daño.
Que no saben ver que me hunden, me destrozan, me humillan y me someten para sentirse superiores.
Que maquilladas de consejos, sus críticas hirientes y con esquirlas se clavan entre los resquicios de mi caparazón y que lo hacen a propósito, aunque aún no entiendo que quieren conseguir...
No puedo respirar...
No puedo respirar...
No puedo...

sábado, 5 de febrero de 2011

Just... Making it real...

Porque mi palabra ya no tiene sentido.
Porque la bola de mentiras, la mezcla de realidades y la falta de cordura es demasiada como para que nada de lo que diga, o me diga, tenga algún tipo de valor.
Porque mi vida está tan vacía, que ya no vale la pena intentar reformarla, sino más bien tirarla abajo e intentar rehacerla.
Proque sólo puedo escribir mi historia una vez y ya me he dejado cientos y miles de párrafos en blanco, rellenados con mil historias que no son ciertas, otras mil que lo son en parte, y unas pocas que son totalmente ciertas.
Porque tengo que aprender a no necesitar el cariño y afecto de los demás, porque realmente la que quedará al final seré yo.
Y lo que más me asusta es que ya no se quien soy.
No se en qué apoyarme para crecer, porque la base, es decir, yo, mis fundamentos, lo que creo correcto, aquello que mi personalidad, mi moral y mi educación me dictan que debo hacer es tan difuso como la más leve pincelada en un cuadro lleno de colores estridentes.
Porque ya no se quién soy.
Y lo peor, nadie puede ayudarme a saber quién soy, porque cada una de las personas que me rodean tienen una percepción diferente de quién soy...
Porque cada una de las personas que me rodean tienen una versión de mí. Aquella que esperan ver.
Porque soy un espejo, dependiendo de quién se mire, me verá de una forma o de otra.
Pero eso sólo juega en mi contra.
Sólo sirve para que a día de hoy, 6 de febrero de 2011, yo esté completamente sola en medio de un montón de gente que dice saber quién soy.
Pero ninguna de ellas se pondrá de acuerdo con ninguna otra, porque no hay nada en mí que sea constante...
Y ahora, empiezo un camino tan largo que no se donde está el final, y eso me asusta...
Porque nunca dejaré de ver la meta lejos, fuera de mi alcance y acabaré por convencerme de que no soy lo suficientemente buena como para lograrla, o que no vale la pena tanto esfuerzo para una recompensa tan lejana, que nunca sabrás seguro si llegarás a tenerla.
Pero ahí es donde radica el problema. No hay recompensa.
Porque la única recompensa de la vida es la muerte, que no es algo malo, ni bueno, es símplemente, el final.
Y mi historia sigue pasando, las páginas en blanco siguen desfilando y ya no sé cómo escribir en ellas...
¿Qué te queda cuando ya no queda nada?
¿Cómo prometes algo cuando tu palabra carece de valor?
Escribelo.
Quedará para siempre, y vosotros sois testigos.
Porque no voy a decir: "Mañana empiezo", porque entonces no lo haré.
Porque empiezo HOY.
Un maldito 6 de febrero, ya de por sí malos, alcanzando posiciones que lo sitúan en segunda posición....
Porque AQUEL 6 de febrero, el primero de todos ellos, aquel nunca será reemplazado con el puesto de oro...
Así pues, para hacerlo real, queda dicho. No más mentiras. No más verdades a medias. No más realidades paralelas.
Sólo yo, sea quién sea esa persona. Habrá que confiar en ella.

martes, 25 de enero de 2011

¿Abrá algo más fuera de esta rutina en la que me he insatalado?
¿Valdrá la pena salir de esta cómoda y calentita realidad que me mece y cuida para enfrentarme al duro y malvado mundo frío de ahí fuera?
¿Vale la pena intentar solucionar unos problemas que, ya de antemano, sabes que no tienen solución?
¿Realmente podremos retomar nuestra historia donde la dejamos? ¿No me echarás en cara todo este tiempo que he pasado lejos de tí, de tu realidad, de aquello que nos unió?
¿Crees que es cierto aquello que dicen de mí? ¿Me conoces de verdad? ¿Te atreves a conocerme?
Es peligroso, lo sé.
Siempre es peligroso confiar en otra persona.
Hace que no lo controles todo, que tengas que depender de alguien para ser feliz, pero ese alguien también deposita en tí una confianza grande para que tú, con tus actos, palabras y caricias seas capaz de hacerle sentir la persona más dichosa de todas...
No se si soy capaz de mantener una relación como la que tuve hace cuatro largos años...
Pero tú no eres él y yo ya no soy yo...
Puede que funcione. Aunque no lo tengo claro...
Y en medio de todas estas dudas y contradicciones, el tiempo se desliza, resbala y desaparece delante de mis ojos, y ya se acerca de nuevo la fecha...
Ya estamos a 25 de enero y aún no me ha caído el peso del mundo encima...
Me preocupa que deje de doler...
Me preocupa tanto olvidar...
Son tantas cosas las que me hacen caminar en sentidos diferentes que dejo de tener conciencia propia y solo soy capaz de quedarme quieta, envolverme en una gran manta calentita y autoconsolarme en una taza de leche calentita...
¡¡¡Uuuuiiii!!! Qué miedo me doy....

domingo, 2 de enero de 2011

Ruido, frío, humo...
Te despiertan.
Notas tus pies congelados, te encuentras tiritando bajo la chaqueta que te has tirado por encima a modo de manta.
La chimenea se ha apagado, por eso tienes frío...
¿Y ese humo?
¿Quién ha echado agua en las brasas?
Te levantas y vuelves a encender, no sin dificultad, la hoguera que ardía en la chimenea.
Miras y ves que Emi y Eva están tumbadas en el otro sofá.
No ves, pero oyes, a los otros tres gamberros que no dejan de molestar.
Ni de coña, piensas. No soy su madre, ya se apañaran ellos mañana.
Decides buscar algún otro sitio para dormir que sea algo mejor que un sofá frío.
Abres la puerta y te das cuenta de hasta que punto estabas equivocada.
Tu frío sofá es mucho más calentito que la escalera.
Subes corriendo, intentando entrar en calor, hasta el piso de arriba.
Una pareja duerme en el cuarto de tus padres. Las sábanas están deshechas, una de ellas tirada en el suelo.
Cierras. Ahí no vas a dormir.
Abres el otro cuarto, y resulta que hay tres personas durmiendo en él.
Son las tres que menos conoces de toda la fiesta.
Una pareja duerme en un colchón hinchable y el otro está tumbado en la cama.
Subirte a una litera no es una opción. Te caes siempre. Y la cama nido no se puede abrir, está el colchón hinchable...
Resignada, subes al tercer piso.
En una de las habitaciones, tres chicas se apretujan en un colchón dimituto.
Ahí no pasarán frío, pero tampoco estarán muy cómodas...
Abres la otra habitación y hay dos chicos durmiendo en las dos camas.
Te planteas la opción de dormir con uno de ellos.
Con Kodo no, no es opción. ¡Se lió con mi hermana, por Dios!
Con Rafa... Rafa te gusta... Eso es peligroso...
Respiro hondo.
Cierras los ojos y la puerta.
El sofá te acoje con los brazos abiertos...