domingo, 19 de agosto de 2012

Y hasta aquí llegó la riada, como dice mi abuela, una mujer sabia donde las haya.
Hasta aquí llegaron mis ganas de seguir intentando que las cosas funcionen entre nosotros.
A ti te es indiferente que funciones, o al menos eso es lo que demuestras, y pretendes que sea yo quien me mueva por los dos, quien se recorra los kilómetros para verte, quien saque tiempo de debajo de las piedras para poder vernos.
Pero se que al fin y al cabo la culpa es mía.
Es culpa mía pensar que la edad es solo un numero.
Es culpa enteramente mía el pensar que las ganas de vernos eran recíprocas sin querer ver que la que conducía siempre a altas horas de la noche después de todo el día trabajando era yo.
Sin querer ver que los desplazamientos que tu hacías eran siempre porque yo los orquestaba, yo los organizaba y yo me interesaba en ello.
Lamento no ser el tipo de chica que esperabas.
No soy la chica que lo pinta todo de color rosa y se auto engaña.
No soy la chica que te adora y perdona y olvida todo lo que ocurre con tal de que nos veamos.
No soy la chica que se levanta la falda y se baja las bragas a la primera de cambio.
Lo siento.
No.
Y llámame inflexible, pero hasta aquí puedo leer.

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