viernes, 3 de septiembre de 2010

Números pasados por alcohol.
Mente difusa y soñadora.
Síndrome de abstinencia de amor.
Me cago, ¡otra cerveza, por favor!
No voy a ser responsable. Estoy harta de ser responsable, de cuidarme y cuidar de los demás.
Esta noche es mía.
-¿Cuántas copas llevas?
-No lo sé. Hace un par de horas que no sé contar...
La luz se dibuja en la habitación, abriéndose paso entre las persianas.
Extraño, sol.
Abro un ojo. Me maravillo con la estampa de mi habitación blanca marcada por las negras líneas.
Un golpe por dentro en mi cabeza.
Es mi conciencia, que me reniega por la fiesta de anoche.
-¿Te lo pasaste bien, eh?
-Buf, y que lo digas.
¿Qué hago en el lado derecho de la cama? Siempre duermo en el izquierdo...
Giro la cabeza. Por poco choco contra otra cabeza.
- ¿Y este quién es?
- A mí que me dices, ¡yo estaba dormida! ¡Me dormiste a cervezas!
- Cierto... Es guapo, ¿eh?
- Hombre, la verdad es que sí...
Me recuesto sobre el lado izquierdo de mi cuerpo. Me arrebujo en las sábanas. Me acerco a su cuerpo.
- Huele bien.
- No llevas ropa.
- Cierto. Él tampoco. Eso es un empate.
- Cierto.
Le miro dormir. Las cejas marcan unos ojos grandes, con una nariz recta que dirige la mirada hacia unos labios carnosos. Su ceño se frunce y se remueve incómodo.
Su mano izquierda roza mi cuerpo. Me atrae con un potente tirón.
- El chico está fuerte...
- Sigues sin llevar ropa. Él tampoco. No sabes quién es él. Acabas de verlo por primera vez.
Ignoro esa vocecilla pesada. Alargo la mano y le retiro un mechón de pelo oscuro de la cara.
- Se va a despertar...
-¿Cómo lo sabes?
-¿Sigues tan borracha que no lo notas?
- ¡Coño, sí!
Cierro los ojos y me apretujo contra ti, cobijándome en tu abrazo protector...

No hay comentarios:

Publicar un comentario