viernes, 15 de octubre de 2010

- ¿Qué estoy haciendo?
- Hija, si tu no lo sabes...
- No te pongas chula. Eres mi conciencia se supone que tienes que ayudarme, no hundirme más.
- Ya bueno, también se supone que debes estar arreglando la casa, llamando a la universidad para avisarles de que te han cobrado de más, estar en clase, estar vestida... Y nada de nada. Así que no me reproches nada.
- Imbécil.
- Yo también te quiero.
- Me refería que si sabías que estoy haciendo con Rubén.
- Si, el idiota.
- Joder, nano, ¿No me puedes echar una mano?
- ¿Qué quieres que te diga? Tú ya sabes que no estás enamorada de él. Basta con que te des cuenta cómo te derrites cada vez que Eduardo te mira con esos enormes ojos azules que tiene.
- Ya, pero es tan fácil dejarse querer...
- Cariño, el amor fácil no es amor, es cariño, lujuria, ternura... Pero no amor. El amor no lo frena nada, es la necesidad de ver al otro, de sentirse cerca de él, de querer tener la misma piel, de compartir todo.
- Ya...
- Y sabes tan bien como yo que eso con Rubén no pasa. Tienes que pensar qué decirle, hay silencios intensos entre vosotros, no estás enamorada de él.
- Pero quizás se arregle con el tiempo. Quizás no nos conocemos lo suficiente.
- Quizás. Pero en todo caso no deberías empezar una relación con alguien sin conocerlo de verdad, sin quererlo.
- Pero...
- Lo sé. No eres tan fuerte. Llevas mucho tiempo sola. Necesitas sentirte querida. Lo sé. Pero eres más fuerte de lo que crees. No debes estar con alguien a quien no quieres de verdad. Sólo servirá para que le engañes y te engañes, para que le hagas daño y para que te sientas culpable de algo de lo que tendrás la culpa.
- ¿Y qué hacemos?
- Esperar. El tiempo tiene la mala costumbre de poner a cada uno en su lugar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario