martes, 13 de abril de 2010

ZAS! Caida.
Punto.
Arriba.
ZAS! Caída.
Punto.
Arriba.
ZAS!!! Caída.
No puedo seguir. Mi cabeza da vueltas, como si un enjambre de abejas se hubiera instalado entre mis sienes y se resistan a salir de ahí.
No quiero nada.
No espero nada.
No siento nada.
Sólo quiero relajarme, que desaparezca el ruido de mi cabeza, esconderme debajo de la manta y esperar a que el mundo malo, feo y negro desaparezca.
Necesito sentirme querida y sólo consigo sentirme un bulto sospechoso en medio de una habitación con mucho humo, luces y música estridente.
Mucha gente viene y va, como estrellas fugaces en la noche oscura, que destacan, pero sólo duran unos segundos.
Luego, su luz desaparece en la inmensidad del firmamento. Y vuelvo a quedarme sola.
Me abrazo las rodillas intentando mantener el calor en mi cuerpo, pero ir en bikini en pleno Polo Norte, no tiene mucho futuro.
Y ahora sólo me queda esperar.
¿A qué?
Un milagro, una lotería, un empleo, un poco de suerte... Un suspiro de vida.
¿Qué quieres que te diga?
Miro hacia arriba, pero no veo la luz en lo alto del pozo en el que estoy metida.
Silencio a mi alrededor, oscuridad y aire pesado y espeso.
No quiero derrumbarme.
No quiero derrumbarme...
No quiero...

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